CONFIESO...

CONFIESO

Konfieso que he amado. Amé a la mujer por el kual eskribo estas líneas en lo que parece que va a ser la nota de suicidio de un vampiro.

Konfieso que he soñado. Soñé que al final la eternidad no seria un valle sombrío y frío. Soñé con unos ojos, con una voz, con un "ángel" que estuvo a mi lado y por ella que estuve dispuesto a que una parte de mi humanidad muriera para darle mi amor hasta el final de los tiempos. Porque yo, al igual que el guardián de Pilatos, vivo sin poder morir hasta el final de estos días.
... Y que lejos veía entonces ese final, kuando mi amada aún mortal, aún débil, estaba a mi lado. Y cuan cerka lo siento ahora que me lo han robado.

Konfieso que he perdido la esperanza. Yo, que pertenezco a ese inmenso árbol, cuya raíz fue Caín, he sido abandonado por esa pasión tan humana. Porque vi al origen de mi dikha, a la humana al que amé, alejarse de mi sombra protectora e imperecedera, en pos de unos brazos de su misma kondición.

Y por último yo konfieso que inkluso habiendo jurado sobre nuestro evangelio, que jamás me autodestruiría, desaparezko de este mundo konscientemente.

No temo la venganza del Padre, ni de ningún dios vampiro maléfico y vengativo lleno de kólera hacia mí por el acto impío que voy a kometer.
No me asustan las posibles kondenas que, puede que si; puede que no, me esperan en el más allá.

Y komo inkluso de las heridas más profundas el alma extrae una pequeña enseñanza, yo he aprendido que el amor es un arma de doble filo. Puede krear y destruir felicidades, ideales e inkluso personas a velocidades vertiginosas.

El amanecer se acera. Lo oigo llegar. Mi cuerpo se estremece porque dentro de apenas una hora estaré Dios obskuro sabe donde.

¿Se me permite un último deseo? ¿Sí, puedo? Gracias.

Si pudiera tokar su piel y akariciar su largo kabello negro como el kolor de mi korazón dentro de esta armazón de piel, huesos y tristeza. El destino incierto que me espera sería menos doloroso si pudiera…

¡OH! No puede ser, mis ojos de vampiro no dan krédito a lo que veo a mi lado. ¡¿Eres tú?!..

He alargado el brazo pero justo en el momento en que iba a akariciarle se ha desvanecido en el aire.
El korazón es desalmado inkluso en lo últimos momentos de vida.

Bien, ya ha llegado. El sol ha hekho acto de presencia en la estancia. Desde donde escribo la penumbra me cobija.

Unas últimas palabras antes de situarme en el centro de esta habitación para que el astro rey de la muerte haga su justicia sobre mí…

Lo siento, ya no hay palabras.